Saturday, July 28, 2007

Obstinación vs. Inspiración


43.- PORQUE EL AMALECITA Y EL CANANEO ESTÁN ALLÍ DELANTE DE VOSOTROS, Y CAERÉIS A ESPADA; PUES POR CUANTO OS HABÉIS NEGADO A SEGUIR AL SEÑOR DIOS, POR ESO NO ESTARÁ EL SEÑOR DIOS CON VOSOTROS.-
Estos dos enemigos que tendrá que enfrentar constantemente el que busca a Dios, durante todos los niveles de interpretación de la Biblia, representan las dos potestades espirituales que amenazan su existencia durante todo el proceso depuratorio al cual tiene que enfrentarse el hombre constantemente.
Ya hemos señalado a Amalec como las fuerzas irracionales que pugnan contra la existencia física del pueblo de Dios, atentando por medio de la violencia, todo lo que representa la idea de Dios con todas sus fuerzas de índole material.
Estos son los ataques físicos de todos los que ven en la idea de Dios un impedimento de crecimiento de sus planes.
Durante toda la historia hemos visto las guerras santas, así como los ataques feroces de los que combaten la idea de Dios, buscando destruir los templos y las propiedades de los que practican los predicados de la idea de Dios, siendo fuerzas dedicadas a la persecución de todo lo que signifique organización de la idea de Dios.
Esta fuerza la vimos en Amalec, dejando su huella a través del proceso evolutivo del pueblo judío siendo perseguido por todas las fuerzas físicas que pugnan por exterminarlos, guerra que posteriormente se extenderá a todos los que, siguiendo los predicados bíblicos establecen organizaciones predicantes de la idea de Dios a la manera que la Biblia señala, siendo combatidos, aun dentro de sus mismas organizaciones, por los que defienden “la salvación del cuerpo”, como meta de sus aspiraciones ideales.
Todo esto está destacado por medio de Amalec, que es una de las fuerzas que aquí vemos señalada por Moisés, que tendrán que ser enfrentadas durante este intento de conquista de “la tierra prometida”.
La otra fuerza, que es la que tiene un origen racional, es la más peligrosa de las dos, pues no combate físicamente intentando destruir los enemigos, sino que es una potestad espiritual que intenta conquistar esta idea para asimilarla y hacerla formar parte de su haber racional, declarando la idea de Dios, no como un don del Creador, sino como una concepción de la mente humana que debe ser utilizada como medio de control y poder de los que no tienen el uso de la razón establecido a plenitud.
Esta fuerza se manifiesta en los conceptos filosóficos de los llamados “sabios” y sofistas, cuyos conceptos logran captar la imaginación y el entendimiento del hombre, llevándolo a practicar esos principios con una convicción, casi semejante a la que la certidumbre reclama para los que siguen los caminos del Señor Dios en la Biblia.
En ello se manifiestan los supremos deleites del cuerpo, así como las convicciones más distorsionantes a que pueda llegar el hombre a través de su capacidad de imaginar y concebir las fantasías que surgen de la elaboración de imágenes, cuya base está sustentada sólo por las aspiraciones materiales del hombre.
De esta corriente espiritual tenemos todos los logros que los pensadores de antaño, desde Acadia, Sumeria, Babilonia, etc., hasta Grecia, Roma, la India, etc., y los nuevos contribuyentes de estos principios que, inspirados en aquellas bases de distorsión original, ha ido tomando formas novedosas y audaces que llegan hasta los límites supremos de la soberbia humana al intentar sustituir a Dios por medio del hombre, o lo que es peor, a concebir a Dios antropomorfitamente como similar a la naturaleza humana, atribuyéndole atributos humanos e imperfecciones tales como el permitir la destrucción de lo creado con indiferencia azarosa.
Para que esto se logre, es necesario que existan condiciones ideales favorables a esos principios negativos que Amalec y Canaán representan, por ello dice que caerán a espada, ya que la espada representa, simbólicamente, todo principio ideológico de naturaleza combativa y que tiene características de doble intención, o sea, “dos filos”.
Esto, por supuesto, ocasionado por la indiferencia con relación a los predicados de la idea de Dios, ya que la debilidad y posibilidad de sucumbir a estos ataques de las dos fuerzas que ya hemos señalado, Amalec y Canaán, está en no tener la protección ideológica que brinda la certidumbre en los predicados Bíblicos que señalan una conducta especifica, capaz de impedir ser vencido por estas dos fuerzas destructoras que pugnan contra la idea de Dios, la física agresiva, o la espiritual, seductora y posesiva.
La única posibilidad capaz de detener el ataque de estas fuerzas que se manifiestan constantemente en el hombre.
· Una como frustración de las cosas materiales, haciendo que éste sucumba a los reclamos del cuerpo y sus pasiones carnales,
· Otra como frustración de la condición espiritual, al no lograr obtener los logros ideales, cuyas múltiples formas, presentan reclamos que varían desde un ideal artístico, religioso, filosófico, etc., culminando en un delirio de poder y grandeza político.
Este es el altar donde el hombre está entregando la vida en aras de su ansiedad frustrante.
No comprende que el logro supremo se obtiene sólo por medio de la ofrenda del corazón y la mente, al altar ideal de perfección que señala el Señor Dios.
Pero esto requiere una gran confianza, que sólo puede obtenerse por el estudio profundo de las escrituras, que paso a paso, mostrará los tesoros escondidos en sus páginas, a través de los ejemplos de los vasos selectos que en ella han dejado sus huellas divinas.
44.- SIN EMBARGO, SE OBSTINARON EN SUBIR A LA CIMA DEL MONTE; PERO EL ARCA DEL PACTO DEL SEÑOR DIOS, Y MOISÉS, NO SE APARTARON DE EN MEDIO DEL CAMPAMENTO.-
La intención del hombre es escalar las alturas del conocimiento de los misterios profundos que encierra la vida, pero cuando éste intenta hacerlo sin contar con la escala que Jacob viera en sus visiones (Gen 28:10—22), se encuentra en presencia de sus angustiadores, que son:
1. Amalec, los reclamos de la carne
2. Canaán, la ausencia de principios ideales a los cuales entregar su existencia.
Esta fuerza espiritual de la sabiduría divina es la que se señala en estos pasajes como el arca del pacto del Señor Dios. Ella representa el camino ideal señalado para el hombre, teniendo implícitos los ángeles que suben y bajan de la tierra al cielo, como vimos en la visión de Jacob, que llamó aquel lugar Bet-El, casa de Dios, siendo primero ese nivel: “Luz”, que en hebreo significa “Almendro”, cuyo aceite representa las primeras luces.
La obstinación en subir a la cima del monte, la podemos interpretar como el deseo de superación humana, pero cuando vemos que el Arca del pacto del Señor Dios, así como los conceptos de reforma, que Moisés representa, se quedaron en el campamento, vemos que no había una intención ideal inspirada por la idea de perfección que Dios señala. Sino que era un deseo de alcanzar la gloria mundana, que no tiene el poder suficiente para librar al hombre de los embates del cuerpo que Amalec representa, ni tiene la fuerza ideológica suficiente para resistir las tentaciones que Canaán le ofrece, siendo, por tanto una obstinación, que no es la misma fuerza que la inspiración.
· La obstinación es una fuerza nacida de la pasión, que no tiene elementos de conciencia definidos y se manifiesta por medio de impulsos nacidos de la frustración.
· En cambio la inspiración es una fuerza nacida de un sentimiento ideal, que se manifiesta por medio de una aspiración perfeccionista.
En este caso, la búsqueda de las alturas nacía del sentimiento de frustración que produjo el conocimiento del error de los diez espías ajusticiados anteriormente por su falta de confianza en el poder de Dios.
Este ajusticiamiento, se interpreta como los resultados de una falta de convicción en los logros que se señala se obtiene por medio de los esfuerzos que se realizan al estar inspirados por una fuerza ideal positiva, como es la idea de Dios.
Aquí estamos en presencia del momento en que el hombre tiene que recapacitar y no intentar abrir los caminos sellados por las fuerzas negativas del pasado, cuyos resultados se señalan en la Biblia como la paga del pecado, que no es más que el resultado de la desconfianza en los predicados de perfección que la idea de Dios señala.
Todo impulso nacido de una frustración, o motivado por una aspiración de naturaleza puramente pasional, arroja resultados conducentes a la muerte espiritual, trayendo consigo la pérdida del impulso que estimula la certidumbre, que es la madre de las grandes y verdaderas empresas.

Thursday, July 19, 2007

Un hombre sin fe

UN HOMBRE SIN FE

Un hombre sin fe, es similar a un árbol sin agua. Éste se seca y pierde su condición de tal. Se marchita y se convierte en polvo inútil y desechable.
Es inservible para producir frutos benéficos en el propósito original que tuvo.
Debe entenderse que la fe no es un bastón en el cual apoyarse para liberarse de los malos pasos del camino. Sino que debe ser una vela que impulse al espíritu a encontrar nuevas alturas donde manifestarse a plenitud.
Tomando las palabras de las escrituras vemos que dice: La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de “lo que no se ve”.
Es necesario tener una certeza absoluta de, qué es tener fe en su verdadera expresión.
Si se piensa en la fe como un instrumento o medio para conseguir algo que se desea, lo que se experimenta es una creencia convencional.
Con esta manera de ver la fe, se puede caer en la tentación de escuchar los reclamos de las dudas que no tienen en cuenta las ansias del espíritu.
La duda intenta crear una “falsa forma de fe” basada en la razón, utilizando los elementos que son visibles a los ojos humanos.
Hay una gran diferencia entre la fe basada en los reclamos del cuerpo, que lejos de ser fe, es el resultado de un ansia que produce dudas, y la fe basada en los reclamos del espíritu, que es la visión de las aspiraciones más elevadas del hombre, siendo una fuente de amor fraternal.
La fe tiene como base fundamental la idea de Dios. Pero generalmente ha estado “velada” por la falta de elementos definitivos que muestren su “meta” con claridad.
Las religiones, han hecho interpretaciones que han estado influenciadas por las maneras de pensar el hombre de condición elemental, inconsciente, pujando por alcanzar niveles supremos del entendimiento de cosas que aún desconoce.
Con esos elementos primitivos, vemos que en unos casos se le ha dado a Dios características de hombre; viéndolo como si fuera un ente iracundo e indiferente, ajeno a los reclamos del hombre.
En la mayoría de los casos algunas interpretaciones lo señalan como un Ser que otorgó al hombre el uso del “libre albedrío”, siendo esto para perdición propia, enviando al “infierno” a los que no logran vencer sus reclamos corporales.
Otros le han otorgado al hombre condición de Dios. Considerando el Mesías como si fuera “Dios” en figura de hombre. Esto hace imposible que los hombres le imiten y puedan llegar a ser similares a él. Alegando que sólo Dios puede ser como Dios, perdiéndose así las huellas de sus pisadas.
Si analizamos la idea de Dios desde un punto de vista neutro, sin caer en interpretaciones religiosas definidas con anterioridad, vemos que Dios es un símbolo indefinible para la mente humana. Que es inconcebible para el hombre alcanzar a comprender, y ni siquiera imaginar de qué se trata, pero que definitivamente representa “el súmmum de la perfección”, que no vamos a detenernos ahora a analizar este término.
Esta idea de “lo Supremo”, debe ser considerada como una condición “esencial” para todo hombre. Esta intención es la que hará que el ideal que se sigue cumpla su cometido de mejoramiento de su nivel hacia otros de mayor altura.
Cuando el hombre pierde esa cualidad perfeccionista que brinda la fe en un ideal de “Armonía Universal”, se ve arrastrado por la incertidumbre y desconfía de lo que dicho proceso manifiesta.
Cuando la fe está basada en ideologías producto de las frustraciones y los reclamos de los que ven injusticias y desajustes materiales en el mundo que los rodea, pero no tienen soluciones basadas en el mejoramiento de la condición humana espiritualmente, hace que sus prédicas, “aunque a veces las crean sinceras”, lleven un germen de desafecto combativo. Sus reclamos conducen al hombre a la guerra y a la inhumanidad bestial del poder de los unos sobre los otros, utilizando la razón de la fuerza, y no la fuerza de lo razonable.
Sólo la fe en un Dios de Amor, Justicia y equidad, puede vencer ese sentimiento de incertidumbre que el hombre experimenta, cuando no puede vislumbrar el orden maravilloso que existe en el Universo que flota en medio de la nada.